Primera parte
Seguramente crees que respiras bien, sin embargo, la acción de respirar implica mucho más que solo meter y sacar el aire de tu cuerpo.
La acción de respirar es tan inconsciente en nuestro cuerpo que perdemos el control de ella fácilmente, y aún más en la clase de Pilates. Para identificar la respiración hay que generar conciencia de nuestro cuerpo, todos los detalles son importantes para colocar el aire correctamente.
Primero lo primero, la respiración natural del cuerpo implica movimiento abdominal, lo que ayuda a mantener los músculos “relajados” mientras hacemos nuestras actividades; idealmente inhalamos y exhalamos por la nariz, pero esto NO aplica en la gran mayoría de la población. Lo importante es entender que cada persona tiene una respiración distinta ya sea en intensidad, en duración, pero sobre todo en la calidad y aprovechamiento del aire. Esto pasa porque nuestras actividades diarias o la falta de actividad (desde la infancia), nos lleva a tener “vicios”; que van desde respirar con la boca o respirar solo con el abdomen, también hay quienes llevan el aire hacia el pecho, en cada cuerpo es diferente.
¡Hagamos un ejercicio!
Respira de manera normal por la nariz, inhala y exhala sin forzar el aire ni tensar tu cuerpo, hazlo lento tres veces…
¿Ya?
Ahora presiona ligeramente tu lengua hacia el paladar, como si fueras a pasar saliva, pero mantenla ahí suavemente; ahora vuelve a inhalar por la nariz y saca el aire igualmente por la nariz, hazlo tres veces.
Si lo hiciste bien, al respirar con el apoyo de la lengua, hay mayor extensión de los canales nasales lo que nos permite ingresar más aire y direccionarlo correctamente hacia los pulmones.
¿Así tengo que respirar en mi clase de Pilates?
La respuesta corta es “NO”, la respuesta larga seria explicarte que la respiración implica mucha musculatura para existir y que esa musculatura debe estar activa cuando quieres respirar mientras haces ejercicio.
Vamos a enfocarnos en tres partes: músculos entre las costillas (intercostales), músculos dorsales y el diafragma.
Para ejemplificar, retomemos el ejercicio anterior:
Respira de manera normal por la nariz, inhala y exhala sin forzar el aire ni tensar tu cuerpo, hazlo lento tres veces…
¿Ya?
Ahora presiona ligeramente tu lengua hacia el paladar, como si fueras a pasar saliva, pero mantenla ahí suavemente; ahora al inhalar por la nariz deja que el aire extienda tus músculos intercostales, dorsales y diafragma (sin inflar la panza), pon tus cuadritos del abdomen bien firmes y saca el aire por la boca vaciando completamente tu cuerpo, desínflate y contrae tu diafragma, hazlo tres veces.
Si te mareas, es normal. Esta respiración ayuda mucho a oxigenar tu cuerpo y mantenerlo firme mientras generas otros movimientos con tu fuerza abdominal. Pruébalo en tu siguiente clase o entrenamiento y siente la diferencia, lo importante es buscar sensaciones que nos ayuden a mejorar la activación y darle presición a los movimientos.
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